El caballero de la armadura oxidada

Las historia se desarrolla en un pasado fantástico. Época de castillos, dragones, magos y por supuesto valientes caballeros encargados de rescatar a damas en apuros. 

Nuestro protagonista, del que no se dice el nombre, es el caballero más destacado del reino y vive junto a su mujer y su hijo. Por encima de todo le gusta su trabajo, parte en busca de aventuras todos los días, cabalgando en todas las direcciones a la vez. Lo cual no suena nada fácil y puede parecer que no tiene ninguna lógica. Pero qué fácil es hacerlo cuando carecemos de propósito. 

Sin embargo, su mujer no está tan satisfecha con esta fama de reputado héroe guerrero, ya que se siente abandonada por él. El caballero se defiende diciéndole que si no la amase no se hubiera jugado la vida luchando contra aquél dragón para rescatarla. Pero ella le replica que, lo que verdaderamente amaba, era la idea de salvarla, y no a ella misma. 

Aunque nuestro caballero contaba con una solución cuando la discusiones con su mejor se ponían demasiado tensas. Como cada vez llevaba más tiempo la armadura puesta por si hacía falta salir de emergencia a alguna cruzada. Simplemente se cerraba el yelmo y dejaba de escucharla por completo.

Comenzó a llevar la armadura incluso mientras comía y dormía. Como la llevaba tanto tiempo puesta, llegó un punto en el que no podía apenas sentir nada  y había olvidado cómo se sentían las cosas sin ella. Incluso su hijo olvidó cómo se veía el rostro de su padre. Cuando su mujer le obligó a quitársela, comprobó sorprendido que no podía hacerlo, se había quedado atascada.

Comenzó a busar ayuda en el reino pero ni el herrero que era el hombre más fuerte de allí pudo quitársela. Buscó al Rey pero había partido a unas cruzadas. Su bufón le aconsejó que buscase al mago Merlín, él podría ayudarle. El caballero le preguntó que cómo lo encantraría y el le respondió: » Cuando el alumno está preparado, el maestro aparece».

Como no le quedaba alternativa, el caballero aceptó su consejo y antes de que partiese, el bufón le dijo algo muy importante: » A todos alguna armadura nos tiene atrapados, solo que la vuestra ya la habéis encontrado». 

Aquí es donde comienza el verdadero viaje del caballero, su mayor aventura, mayor que cualquier cruzada o lucha contra dragones a la que haya ido antes. Comienza su viaje introspectivo. La tarea más complicada de todas, conocerse a uno mismo.

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Cuando tras meses deambulando, al fin da con el mago, le recrimina que lleva meses perdido en el bosque buscándolo. A lo que él le replica que realmente toda su vida ha estado perdido, cabalgando en todas las direcciones. Una persona no puede correr y aprender a la vez. Debe permanecer en un lugar durante un tiempo.

El mago le dice que está asustado y que ese es el motivo por el que se puso la armadura en un inicio. El caballero se defiende y le dice que no era cuestión de miedo, sino que tenía que protegerse de sus enemigos para vencerlos. Entonces el mago le pregunta que por qué motivo quería partir a batallas tan a menudo. A lo que el responde que para demostrar que era alguien bueno, amoroso y generoso. Entonces el mago le pregunta, ¿Si verdaderamente sentías que eras bueno, amoroso y generoso por qué necesitabas demostrárselo a los demás?

El caballero comienza a impacientarse y le reclama a Merlín que tiene que deshacerse de la armadura. Pero el le responde que lleva con esa armadura mucho tiempo y que quitársela no va a ser cosa de un día para otro. El caballero le dice que no puede esperar, tiene que partir ya para cuidar de su familia. Pero el mago le responde, ¿Cómo vas a poder cuidar de ellos si ni siquiera puedes cuidar de ti mismo?

El mago mira hacia el bosque y le enseña al caballero una ruta entre los árboles, diciéndole: «Este es el camino que tomaste viniendo hacia aquí». A lo que él le responde que no siguió ningún camino, simplemente estaba perdido. El mago le dice: «La gente no suele ver el sendero por el que camina». Además, le explica que no puede seguir actuando y pensando  como lo ha hecho hasta ahora, poque eso ha sido lo que le ha dejado atrapado en esa armadura.

El mago le explica que para poder deshacerse de su armadura va a tener que recorrer El Sendero de la Verdad. Donde encontrará tres castillos hasta llegar a su cima, El Castillo del Silencio, El Castillo del Conocimiento y El Castillo de la voluntad y la Osadía. El caballero desmotivado le dice que para qué emprender ese camino si su familia no le quiere. A lo que el mago le responde que lo haga por el mismo.

Para que cogiese fuerzas, el mago le ofrece un jugo. Al comienzo, el caballero se queja del mal sabor. Pero cuando acepta el sabor que va a tomar, sorprendentemente el jugo comienza a ser súper sabroso y dulce. Merlín le explica que lo mismo sucede con la vida, comienza a ser más agradable y a tener menos decepciones cuando dejamos de esperar y  comenzamos a aceptar.

Tras unos días de ruta, llega al primer castillo, El Castillo del Silencio. Al entrar en él comprueba que es una sala grande vacía alumbrada solo por el fuego de una chimenea y en ella hay un silencio intimidador. Trata de encontrar una puerta de salida pero no hay ninguna. Dé repente escucha una voz conocida, mira hacia atrás y es el Rey. Él le explica que cuando parte al Sendero de la Verdad, en el reino dice que va a cruzadas porque la gente no lo comprendería. El Rey que este castillo se debe de atravesar sólo, ya que cuando se está acompañado uno no muestra su verdadera imagen, no deja caer su armadura. Además, le dice que uno no ve verdaderamente hasta que comprende y entonces desaparece atravesando la pared. El caballero incrédulo corre hacia la pared buscando una puerta, pero no logra ver nada.

Entonces, reflexionando en el profundo silencio, el caballero admite algo que ya sabía, tenía miedo a estar solo. Por arte de magia, logra ver una puerta que hasta ese momento le había sido invisible. La cruzó y entró en una sala igual pero más pequeña. Allí reflexionó sobre cómo siempre hablaba de lo que había hecho y de lo que iba a hacer. Pero que nunca disfrutaba del momento presente. Así que se quedó quieto y escuchó, por primera vez, verdaderamente el silencio. Dándose cuenta de que nunca había escuchado a nadie ni nada.

Revelación tras revelación lograba visualizar nuevas puertas y entraba en salas cada vez más pequeñas. No lograba comprender el motivo de esto, cuando una voz le explicó que esto era así porque se estaba acercando a él mismo. Esta voz era su Verdadero Yo.

Entonces el caballero apareció en el exterior del castillo con una sorpresa, su yelmo había desaparecido. Las lagrimas que derramó habían oxidado la armadura y se había caido.

Motivado, continuó su camino hasta el próximo reto: El Castillo del Conocimiento. Allí sí podía entrar acompañado ya que «el silencio es para uno mismo, pero el conocimiento es para todos«. Este castillo estaba completamente a oscuras ya que en él, el conocimiento sería la luz que alumbraría su camino. 

El caballero encontró una inscripción brillante en la pared que ponía: «¿Habéis confundido la necesidad con el amor?» Qué fácil es caer en este error, demandar el amor de otros porque nosotros no nos queremos a nosotros mismos. Cuando es solo amándonos a nosotros mismos que podemos amar a los demás de manera incondicional y sin caer en la necesidad.

Tras comprender esto, el castillo se iluminó y pudo comprobar que todo el castillo formaba una única gran solo. El motivo de esto era que: «El verdadero conocimiento no se divide en compartimentos porque todo procede de una única verdad»

Entonces vio un gran árbol, El Árbol de la Ambición. No comprendía nada y el mago apareció aunque no le había llamado. Merlín le dijo que uno no siempre sabía cuando pedir ayuda.

Merlín le explicó que existían dos tipos de ambición, la que proviene de la mente y la que proviene del corazón. La primera se basa en competir contra los demás y le podía servir para comprar caballos o castillos pero no le daría la felicidad. Sin embargo, la ambición de corazón no se basaba en la competición ni la comparación, no dañaba a nadie en el camino. Le sirve a uno de tal manera que le ayuda a los demás también. Como sucedía con el árbol de la ambición, que al coger sus manzanas este se hacía más grande y fuerte. La ambición de corazón consiste en desarrollar el potencial de uno mismo para el beneficio de todos. 

Finalmente, el caballero llegó al tercer castillo. Sintió miedo al ver que había un dragón en la puerta, no contaba con su espada y la armadura estaba ya medio caída. Era El Dragón del Miedo y la Duda. Solo se le podía vencer con el conocimiento de uno mismo y para ello había que demostrar que se tenía valentía.

Comprendió que el dragón no era más que una ilusión, aunque podía llegar a ser peligroso ya que si creía que era real, su fuego también lo sería. Aunque tenía miedo, comprendió que si se enfrentaba al dragón tendría alguna posibilidad de llegar a la cima. Pero si no lo hacía, seguro que le destruiría. Las decisiones son fáciles cuando sólo hay una alternativa.

Cuando las llamas del dragón no le dañaban, comenzó a lanzar las semillas de la duda. Pero estas tampoco surgieron efecto y el dragón desapareció. No sin antes decirle que aparecería una y otra vez en su camino. Aunque esto no le preocupaba al caballero ya que sabía que lo había logrado vencer una vez, él ahora era más fuerte y el dragón sería cada vez más débil. 

Tras superar El Castillo de la Voluntad y la Osadía nuestro caballero aún no había terminado su camino ya que tenía que llegar a la cima de la verdad. Mientras escalaba la rocosa cima leyó una inscripción que ponía: «Aunque este universo poseo, nada poseo. Pues no puedo conocer lo desconocido si me aferro a lo desconocido».

Entonces comenzó a reflexionar sobre todas las cosas conocidas a las que se estaba aferrando cada día. Su identidad, es decir, quien creía que era y no era. Sus creencias, lo que creía verdadero y lo que creía falso. Y sus juicios sobre lo que era bueno y lo que era malo.

Comprendió que se aferraba a todas esas ideas que ya había forjado en el pasado al igual que lo estaba haciendo ahora a esa roca. ¿Quería decir esto que lo que tenía que hacer era soltarlo todo? Dejarse caer en el abismo de lo desconocido. Pero, ¿Cómo hacer esto? Confiando en que el universo, Dios o la vida te llevará por el camino que debes recorrer.  Suelta y confía.

El caballero comenzó a caer al vacío, mientras se desprendía de todos los juicios que había hecho contra los demás. Contempló su vida con claridad, sin juzgarse ni excusarse, y comprendió que él mismo era la causa de su vida y no el efecto. Aceptó la responsabilidad de toda s vida. Ya no culparía a los demás por los errores que él mismo cometía. Todo esto le dio una nueva sensación de poder. Lloró de nuevo, pero esta vez era de alegría. Ya no sentía miedo, su voluntad de abarcar lo desconocido le había liberado. 

Estas últimas lagrimas, al salir de su corazón, estaban muy calientes. Terminando de deshacer lo que le quedaba de su armadura. Ahora era libre. 

 

 

Hoy vengo a hablaros sobre este libro del que nunca había escuchado hablar y que llegó a mí por casualidad. Pero que ha terminado teniendo un gran impacto en mi debido a la belleza de su historia y la profundidad de las lecciones que nos regala su autor, Robert Fisher.