QUÉ ES EL ESTOICISMO

 

Hoy vamos a retomar el blog con fuerza, hablando sobre uno de los factores que más me influyó a la hora de crear este proyecto. Una filosofía que va más allá de la teoría para formar una verdadera guía práctica a la hora de afrontar nuestra vida: el estoicismo. 

 
Es curioso como una filosofía que surgió hace tanto tiempo ha recobrado tanto protagonismo en las últimas décadas. Probablemente, aunque no estés muy interesado en la filosofía, habrás oído hablar sobre el estoicismo. Aunque no lo has estudiado en el colegio, Platón, Nietzsche… pero ¿Séneca, Epícteto, Marco Aurelio? ¿Quién son esos? 
Esta filosofía se origina en una etapa de enorme incertidumbre, en la que no se sabía lo que deparaba el mañana ¿Estallaría una nueva guerra? ¿Habría para comer mañana? ¿Vivirían tus seres queridos el siguiente día? ¿Estarías si quiera tú para comprobarlo? ¿Tomará el poder un dictador malvado? Hoy en día, en el periodo de mayor prosperidad de la humanidad, puede parecer que estas preguntas quedaron atrás. Pero ha sido precisamente durante la última década que hemos comprobado que esa pompa de seguridad en la que vivimos puede pinchar en cualquier momento, crisis que te hacen dudar de tu seguridad económica, crisis sanitarias que te permiten ver la fragilidad de la vida, conflictos bélicos fronterizos que te hacen temer que en cualquier momento escalen a conflicto mundial, políticos maquiavélicos y sistemas corruptos… Por no hablar de la mayor incertidumbre de todas, la que todos sentimos en nuestro interior: ¿Cuál es nuestro objetivo en este mundo? ¿Por qué estamos aquí?
La carencia de propósito y de reglas  para autogobernarnos junto a las crisis emocionales que sufrimos nos ha llevado a una enorme incertidumbre generacional que ha popularizado de nuevo una filosofía que propone algo muy esencial: una vida con sentido y feliz centrándonos en lo que está bajo nuestro control.
 
Adoptar una filosofía de vida para uno mismo es algo esencial porque lo reconozcamos o no todos seguimos una. Aunque sea de forma innata o resultado de las influencias sociales que hemos ido recibiendo a lo largo de nuestra vida, es algo que todo desarrollamos: un código para afrontar nuestra forma de actuar en este mundo y la manera en la que interpretamos lo que sucede.
 
¿Cómo concibe el mundo el estoicismo?
 
Los estoicos estaban muy adelantados para su época y creían en el principio de causalidad, en el que se basa la ciencia moderna. Es decir, todo efecto tiene una causa. Además de creer en el principio de causalidad universal creían en El Logos, la identificación de Dios con el propio universo. No veían a Dios como un ser externo con características humanas que interviene en la realidad para alterar nuestras circunstancias a través de milagros o castigos. Creían en Dios como el propio universo y las reglas de causa y efecto que rigen a este. Identifican a Dios como la propia naturaleza y al ser nosotros parte de esta naturaleza, contenemos en nosotros un fragmento de Él. 
Como Dios es la naturaleza, cobra mucha importancia cuál es nuestra naturaleza como seres vivos porque es haciendo honor a esta que participamos en la naturaleza divina. Nuestra naturaleza como seres humanos consiste en usar la razón para resolver nuestros problemas y relacionarnos con otros seres humanos. 

¿Cómo deberíamos actuar los seres humanos en este mundo?

Hay otras filosofías de vida que ponen el foco hacia fuera a la hora de marcar un modelo de vida exitosa y digna. Para alcanzar una vida virtuosa debes lograr el éxito económico, desarrollar un gran físico, adquirir grandes conocimientos, viajar por todo el mundo para conocer las diferentes culturas y sociedades que forman nuestro planeta, gozar de una salud física y mental perfecta, etc.
El estoicismo, sin embargo, deja todos estos aspectos en un segundo plano. Reconociéndole la importancia que sin duda tienen, pero reconociendo también que son cosas que en muchas ocasiones quedan fuera de nuestro poder de influencia y, por tanto, no podemos aceptar que nuestra autovalidación dependen de ellas. 
Para etiquetar a todas estas externalidades positivas o negativas crean el concepto de los indiferentes preferidos e indiferentes dispreferidos. Un indiferente preferido sería, por ejemplo, gozar de salud o éxito económico. Quién en su sano juicio no preferiría disfrutar de buena salud o contar con abundante dinero para poder afrontar todos los gastos del día a día o disfrutar de nuevas experiencias. Pero como son facetas que quedan ajenas a nuestro control, no podemos permitir que nuestra felicidad dependa de ellas. De lo contrario, quedaremos a merced de las circunstancias. Ahora podrás estar diciendo que cómo que nuestra riqueza o salud no depende de nosotros, si hago deporte a diario, como sano y descanso como es debido, estaré sano. Y en gran parte esta afirmación es cierta, pero no del todo. Puede que lleves una condena en tu código genético que te conduzca a sufrir cáncer en un futuro y no puedas hacer nada para remediarlo. Puede que trabajes a diario para mejorar tu economía pero quizás se avecine una crisis que te deje sin trabajo, mientras tu vecino que nació en una familia rica ha logrado mayor estatus económico que tú sin mover un dedo en toda su vida.
 
Obviamente preferiremos una situación positiva frente a una negativa en nuestra vida, pero como están fuera de nuestro control, son indiferentes a la hora de lograr una vida virtuosa, quedan en un segundo plano. En este sentido, la filosofía estoica es lo más igualitario y democrático que hay porque lo que te define como individuo no es que seas más rico o pobre, estés sano o enfermo, seas guapo o feo, tengas un grado universitario o lo hayas dejado en secundaria, sino como trabajes tu carácter para alcanzar el mayor bien de todos: ser una persona virtuosa.
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 Señor, concédeme serenidad para aceptar todo aquello que no puedo cambiar,
fortaleza para cambiar lo que soy capaz de cambiar,
y sabiduría para entender la diferencia.
 
Una de las mayores aportaciones del estoicismo es la dicotomía del control que consiste en saber diferenciar entre lo que está bajo nuestro control y lo que no. Para comprender bien este concepto recurriremos a la metáfora del marinero.
Si soy un viajero y mi objetivo es cruzar el océano,
tengo que desarrollar un plan para lograrlo y llevarlo a la acción. Tendré que asegurarme de que sea un barco poderoso de materiales de calidad que pueda enfrentar la fuerza del mar. También tendré que elegir a marineros experimentados. Además, deberé esperar a partir en el momento más adecuado. Ahora, ya de viaje, se levanta viento y mal tiempo para navegar ¿Qué hago? Nada, la parte del plan que dependía de mi ya está hecha. Ahora es trabajo del marinero enfrentar las externalidades negativas que aparecieron. ¿Qué hacemos normalmente ante estas situaciones en nuestra vida? Nos enfadamos, maldecimos, cuestionamos al cielo que por qué a mí, cómo frenar el viento, nos cuestionamos cuándo va a parar. Es decir, ponemos constantemente el foco en cosas que están fuera de nuestro control. 
Este ejemplo nos muestra claramente los diferentes niveles de influencia que tenemos en nuestro mundo. En primer lugar tendríamos las cosas que quedan bajo nuestro control, que sería la decisión de cruzar el mar y los medios para lograrlo. En segundo lugar estaría aquello sobre lo que podemos ejercer cierto nivel de influencia, podríamos incentivar al marinero a realizar mejor su trabajo ofreciéndole una recompensa mayor al llegar a tierra. Y por último aquellas cosas que quedan completamente fuera de nuestro control, los efectos del clima. 
Por lo general, nos preocupamos más por lo tercero que por lo primero y esta es una de las mayores causas por las que nos sentimos insatisfechos e infelices. Lo que nos propone el estoicismo es que centremos nuestra atención y nuestros esfuerzos en aquello que está bajo nuestro control y dejemos que el universo siga su propio curso.
 

¿Cómo disfrutar de una vida en paz según el estoicismo?

 
En primer lugar, como decíamos, debemos centrar nuestra atención en las cosas que están bajo nuestro control. ¿Cuáles son esas cosas? La lista es corta, nuestras decisiones y nuestras acciones. Llegar a ser millonarios no está bajo nuestro control, claramente podemos influir en este objetivo llevando acabo las decisiones y acciones adecuadas, pero tan solo estas serán las que estén bajo nuestro control, no el resultado externo final. Por lo que pondremos nuestro foco en las decisiones y acciones que tomemos a diario no en el resultado como solemos hacer. 
Ni siquiera tenemos control sobre nuestros pensamientos, ahora exclamarás que como no va a ser así, tú manejas tus pensamientos, y esto en cierta parte es verdad, pero no del todo. Piénsalo así, si fuese tan sencillo, no existiría la depresión o la ansiedad, terminar con ello sería tan sencillo como decidir dejar de reproducir esos pensamientos en nuestra cabeza. Pero la mayoría de nuestros pensamientos son automáticos, no tenemos control directo sobre ellos, aunque sí poder de influencia a largo plazo. Varios estudios en neurociencia estiman que al rededor del 80% de los pensamientos que tenemos a diario son automáticos. Resultado de procesos de automatización, conexiones neuronales, el ego… Pueden ser muchos los orígenes y las formas de influir sobre ellos, pero este tema lo dejaremos para un futuro post. 
 
El segundo punto fundamental del estoicismo para alcanzar la ataraxia, o tranquilidad de mente, es la construcción del carácter. El carácter es lo que nos define como personas, no nuestras posesiones o posición social. Nuestro carácter determina como actuamos en nuestro día a día y cómo interiorizamos los sucesos que nos trae el universo. ¿Cómo podemos construir nuestro carácter? Trabajando para ser una persona virtuosa ¿Cómo? Cultivando las cuatros virtudes estoicas: la templanza, la justicia, el valor y la sabiduría. 
 
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Estos valores afectan a las tres disciplinas estoicas que debemos aprender a dominar. En primer lugar tendríamos la disciplina del deseo, que determinar lo que es adecuado desear o no, derivado de lo que está bajo nuestro poder o no. Como decíamos antes, debemos de conocer los niveles de influencia que tenemos en el mundo y poner el foco sobre lo que está bajo nuestro poder. No podemos andar deseando cosas sobre las que no podemos influir o quedaremos a merced de la suerte para poder sentirnos satisfechos. Para trabajar esta disciplina, podemos apoyarnos en dos de las virtudes: el valor y la templanza.

El valor nos permite actuar cuando es debido hacerlo, saber enfrentarnos a los hechos y actuar en coherencia con nuestro deber. No nos servirá de mucho conocer la verdad de lo que queremos en nuestra vida si llegado el momento de actuar nos acobardamos o lo posponemos para más adelante. Debemos trabajar el ser personas valientes que hacen lo debido cuando llega el momento sin importar las circunstancias externas ajenas a su control, trabajar la perseverancia para seguir haciendo lo que debemos aún cuando no vemos resultados y trabajar la honestidad con nosotros mismos para saber lo que verdaderamente deseamos lograr y actuar en consecuencia. Podemos concluir que el valor sería la capacidad para actuar en coherencia con nuestras metas aún cuando hay una oposición externa o interna. 
La templanza nos permite no caer en los excesos. Es decir, nuestra capacidad de autocontrol para manejar nuestros deseos y acciones. En el mundo actual, sobreexpuestos a estímulos, gratificaciones instantáneas y tentaciones de todo tipo, saber controlar nuestras emociones e impulsos para no caer en el placer a corto plazo es algo fundamental. Si el valor nos permite actuar cuando debemos hacerlo, la templanza nos permite dejar de actuar cuando toque. Para ello debemos ser personas ecuánimes que no nos dejemos arrastras por las circunstancia o los secuestros emocionales. Además, para trabajar la templanza deberemos controlar nuestro deseo y que se limite a cosas sobre las que podamos influir. 
 
En segundo lugar tenemos la disciplina de la acción, que se corresponde con el control del impulso de cuándo debemos actuar y cuándo no. Para ello, debemos reflexionar sobre lo que es correcto: debemos actuar con orden, de forma considerada y con el cuidado adecuado. Nos dice cómo debemos actuar en el mundo. Esta disciplina está relacionada con el valor de la justicia. Para trabajar esta virtud, debemos reflexionar sobre cómo vivir nuestra vida y tratar a los demás seres humanos con dignidad y ecuanimidad. Podríamos ser breves al resumir cómo trabajar esta virtud: no trates a los demás como no te gustaría que te tratasen. 
 
En tercer lugar, tenemos la disciplina del consentimiento, que nos dice cómo debemos reaccionar ante las situaciones. Dando nuestro consentimiento, o no, a mantener como cierta la primera impresión que tenemos ante un acontecimiento. Cuando nos sucede algo en nuestra vida, tenemos una conclusión inicial sobre el significado de este acontecimiento. Esta impresión inicial, se produce por lo general de forma automática y emocional, normalmente está relacionada con los sesgos cognitivos en los que caemos, las creencias y hábitos de pensamiento que hemos formado durante el paso del tiempo. Por lo que el estoicismo propone la práctica de revisar y reinterpretar estas primeras impresiones que tenemos sobre los sucesos, aceptando lo que nos suceda y no esté bajo nuestro control.

Para trabajar la disciplina del consentimiento tenemos la virtud más importante de todas, la sabiduría. Una sabiduría que no debemos confundir con la acumulación de conocimientos teóricos sino como la capacidad para navegar bien por las circunstancias diversas, complejas y muchas veces contradictorias que nos trae la vida. Es decir, se concibe la sabiduría como un conocimiento práctico que nos permite actuar ante las difíciles circunstancias que van apareciendo. Un ejemplo de sabiduría práctica sería el siguiente. Imaginemos que hemos tenido una reunión con nuestro jefe para solicitar una subida de sueldo y esta se nos ha negado. Nuestra primera impresión podría ser sentirnos mal con nosotros mismos, pensar que no valemos tanto como creíamos o que el mundo es injusto. Entonces tendríamos que hacer uso de nuestra razón para recordar en primer lugar la dicotomía del control, que mi jefe me conceda la subida no es algo que esté bajo mi control, puedo influir en su decisión realizando un buen trabajo pero el resultado es externo a mí. Lo que si está bajo mi control es haber cumplido plenamente con mis obligaciones profesionales y haber tomado la decisión de pedir la subida, por lo que si he cumplido plenamente con mi parte de la ecuación debería de estar satisfecho. Una vez reformulada esta primera impresión, deberé escuchar mi voz interior y comprender qué quiero para mi futuro, seguir luchando por esta subida o buscar nuevas oportunidades en otro lugar. Tomar las decisiones adecuadas en las complejas situaciones que nos trae la vida es una de las tareas más difíciles que tenemos como seres humanos capaces de influir sobre nuestro destino a través de la razón.

 
Espero que después de este primer post sobre estoicismo quede un poco más claro en qué consiste esta popular filosofía que busca responder a la pregunta más esencial de todas: ¿Cómo vivir una vida en calma? Contrariamente a lo que se suele pensar, el estoicismo no propone convertirnos en personas frías que evitan experimentar sus emociones más complejas, sino comprender lo que se esconde tras ellas a través de la autoobservación y redirigirlas hacia nuestro bien con el uso de la racionalización. Tampoco se trata de adoptar una actitud pasiva ante la vida, sino de comprender la diferencia entre lo que está bajo nuestro control y lo que no, poniendo nuestro foco sobre lo primero y aceptando lo segundo.